Parashá para niños - Moisés y la Gran Voz del Sinaí

Moisés pasaba todo el día resolviendo problemas del pueblo. Su suegro Yitró lo vio y le dijo:

—¡Esto es demasiado! Busca ayudantes para que no te agotes.

Moisés escuchó su consejo y eligió jueces para ayudarlo. ¡El pueblo estaba feliz!

Dios le habló a Moisés en el Monte Sinaí:

—Dile a mi pueblo que se prepare. En tres días, hablaré con ellos.

El pueblo lavó sus ropas y se mantuvo en oración. Todos esperaban con emoción el gran día.

El tercer día, el cielo se oscureció. De repente, un fuerte trueno sacudió la tierra. Un resplandor de fuego descendió sobre la cima del Monte Sinaí.

Los israelitas temblaron de miedo. Entonces, la voz de Dios resonó con poder:

—¡Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto!

El monte temblaba y un humo espeso subía al cielo.

—¡Moisés, háblanos tú! —pidió el pueblo—. ¡La voz de Dios es demasiado poderosa para nosotros!

Y habló Elohim todas estas palabras, diciendo:  Yo soy Adonay tu Elohim, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.

No tendrás dioses ajenos delante de mí.

No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Adonay tu Elohim, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,  y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

No tomarás el nombre de Adonay tu Elohim en vano; porque no dará por inocente Adonay al que tomare su nombre en vano.

Acuérdate del día de reposo^[a] para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;  mas el séptimo día es reposo^[b] para Adonay tu Elohim; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.  Porque en seis días hizo Adonay los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Elohim bendijo el día de reposo^[c] y lo santificó.

Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Adonay tu Elohim te da.

No matarás.

No cometerás adulterio.

No hurtarás.

No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Moisés bajó de la montaña con las tablas de la ley.

—¡Haremos todo lo que Dios ha dicho! —respondió el pueblo con emoción.

Dios había hecho un pacto con ellos, y ahora eran Su pueblo escogido.

Dios nos enseña que cuando seguimos Su camino, encontramos amor, justicia y sabiduría. Moisés y el pueblo de Israel aprendieron a confiar en Dios y obedecer Su palabra. ¡Sus enseñanzas son un regalo para todos!