Parashá para niños - Parasháh 35: Naso | Levítico Números 4:21 – 7:89

En medio del desierto, el pueblo de Israel se preparaba para algo grande. El Creador habló con Moshé y le dijo cómo debía organizar a los levitas, la tribu encargada de cuidar el Tabernáculo. Cada familia tenía una tarea especial: unos cargaban telas, otros las columnas y otros los utensilios sagrados. ¡Todos eran importantes!

Luego, el Creador explicó un voto muy especial: el del nazareo. Era una persona que se apartaba por un tiempo para estar más cerca de Él. No cortaban su cabello, no tomaban vino y vivían con mucho cuidado y pureza. Era como un regalo de amor para el Creador.

El Creador le dijo a Aarón y sus hijos que bendijeran al pueblo. Con las manos levantadas, los sacerdotes decían con voz fuerte y dulce:
«¡Que el Creador te bendiga y te guarde!»
¡Qué hermoso regalo! Era como recibir un abrazo del cielo.

Entonces, llegó el gran día. Los príncipes de cada tribu trajeron regalos para dedicar el Tabernáculo. Oro, incienso, carneros y bueyes… todo lo mejor para honrar al Creador. Moshé entró en el Tabernáculo, y allí, ¡escuchó la voz del Creador hablándole desde el Arca!

Cada persona, desde el más pequeño hasta el más sabio, tenía un lugar especial en el pueblo. Cada tarea, cada promesa, cada oración… ¡todo era importante! Porque cuando todos hacen su parte con amor, el Creador habita en medio de ellos.

Cuando cada uno hace su parte con amor y obediencia, el Creador puede habitar entre nosotros y hacer cosas maravillosas. No importa si tu tarea es pequeña o grande… ¡todos somos valiosos en Su plan!

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